Hoy en día la mayoría somos conscientes de que educar en sexualidad a nuestr@s niñ@s es importante, ya que la sexualidad es un componente esencial para la construcción de nuestra personalidad. Ésta, está presente desde el momento en que nacemos, y se va construyendo a partir de un proceso de aprendizaje, por lo que una correcta educación sexual será básica para nuestro desarrollo.
Cuando hablamos de educación sexual no nos referimos sólo a dar información sobre relaciones sexuales, sino que incluye toda una parte emocional, de aceptación y conocimiento del propio cuerpo, de respeto a la intimidad, de confianza en uno mismo, de responsabilidad sobre la propia salud y responsabilidad afectiva, etc.
En este proceso de aprendizaje la familia tiene un papel clave, pero la mayoría de las familias nos encontramos con que no disponemos de modelos a seguir de cómo hacer una adecuada educación sexual, de cómo hablar abiertamente de sexualidad con nuestros hijos e hijas, puesto que el tabú que supone esta temática se ha ido transmitiendo de generación en generación.
Ahora bien, debemos tener presente que la educación sexual que proporcionamos como padres y madres es constante, sea de forma intencionada o no, porque los niños aprenden tanto de lo que se dice como de lo que no se dice. Somos sus referentes, sus modelos a seguir, y de forma explícita o implícita, a partir de nuestras actitudes y comportamientos, les vamos transmitiendo una serie de normas, valores, criterios y conductas relacionadas con su sexualidad.
Para dar una pequeña ayuda a todas aquellas familias que puedan sentirse perdidas a la hora de hablar con naturalidad con sus hijos e hijas, os dejo 7 aspectos a tener en cuenta:
No esquivar ninguna pregunta. Si nos hacen una pregunta sobre sexualidad, siempre deberíamos responderles, porque si no les estaremos reforzando el tabú y les estaremos dando la idea de que de este tema no se puede hablar. Es importante que sepan que estamos disponibles para resolver sus dudas (si no probablemente encontrarán otras formas de solucionarlas, y es fácil que la información que obtengan no sea la más adecuada).
Responder sin mentir. A la hora de resolver sus dudas no podemos inventarnos historias para salir del paso (como por ejemplo: la cigüeña que lleva a los bebés). La información distorsionada no les ayudará en este proceso de formación de su sexualidad.
Buscar la información necesaria. A veces mentimos o esquivamos las preguntas porque no sabemos la respuesta o porque en ese momento no sabemos cómo explicarlo. No pasa nada, les comunicamos que ahora mismo no sabemos cómo contestar y nos comprometemos a pensar la respuesta y reanudar el tema en otro momento. O bien podemos buscar conjuntamente la información, por lo que también aprenderán a extraer la información adecuada cuando sea necesario.
Aprovechar los momentos adecuados. Si no nos hacen preguntas, no hace falta esperarnos, podemos aprovechar todos aquellos momentos idóneos para sacar nosotros el tema con naturalidad. Por ejemplo, mientras nos duchamos podemos aprovechar para hablarles de todas las partes del cuerpo. Si hay un nacimiento o embarazo en la familia les podemos explicar cómo se conciben los bebés. Si en la TV aparece alguna escena relacionada con la sexualidad, es un buen momento para decirles lo que creemos que deben saber. Evidentemente, adaptando la información a su nivel.
Nombrar cada parte de su cuerpo por el nombre. El pene se llama pene y la vulva se llama vulva. Si utilizamos eufemismos o ponemos apodos graciosos estamos ridiculizando los genitales, contribuyendo a hacerlos tabú, y marcaremos una diferencia respecto al resto de partes del cuerpo, a las que nos referimos a ellas por su nombre. Y es más, si tenemos una hija, no nos limitaremos a explicarle que aquí tiene la vulva, porque como no se la podrá ver, será importante dejarle un espejo para que pueda hacerlo: explicarle cuál es cada parte, que pueda ver qué forma tiene la suya (ya que todas las vulvas son diferentes), y que pueda aceptar y normalizar desde pequeña esta parte del cuerpo.
Normalizar que l@s niñ@s se toquen los genitales. Si alguna vez vemos a nuestro hijo/a tocándose los genitales, no podemos regañarlos ni castigarlos, pero tampoco hay que felicitarlos. Debemos normalizar la conducta de tocarse y poder hablarlo tranquilamente con él/ella. Explicarles que tocarse no es malo, pero que forma parte de nuestra intimidad y que por eso no puede hacerse ante otra gente. Los niños repiten las conductas que les gustan, y entre ellas es el placer físico. Para ellos/as los genitales no tienen nada diferente a las demás parte del cuerpo, somos nosotros los que sexualizamos sus conductas.
Anticipar los cambios que hará su cuerpo. Que sepan con antelación cómo cambiará su cuerpo, les ayudará a asimilar todos estos cambios con calma y facilitará la aceptación y el respeto del propio cuerpo. Así, será importante darles información sobre la menstruación, las erecciones espontáneas, el crecimiento de los senos, las poluciones nocturnas, la aparición de los pelos...
Ten en cuenta todo esto y no sufras, que hablar de sexualidad con los niños no hace que se inicien antes en las relaciones sexuales.
Escrito por Anna Pedrals